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El número telefónico podría ser el acceso a la vida privada

La próxima vez que alguien le pida su número de teléfono celular, lo conviene pensársela dos veces antes de dárselo.

El número del teléfono celular es más que una serie de cifras. Cada vez se usa más como vínculo con información privada en manos de todo tipo de empresas, desde instituciones de crédito hasta redes sociales. Puede servir para monitorear y predecir sus compras, lo que busca en línea e incluso lo que mira en televisión.

Por: Steve Lohr

Se ha convertido en «una especie de llave de la vida y de la información» de los usuarios, advierte Edward M. Stroz, ex agente de delitos cibernéticos en la FBI y actual presidente de Stroz Friedberg, empresa de investigaciones privadas.

Empero, el número del teléfono celular no es un dato regulado por ley, como el número de seguro social, cuya confidencialidad las empresas están obligadas a mantener. Y todos nos dicen que ocultemos y protejamos nuestro número de seguro social, mientras que nadie vacila cuando le pidan que escriba su teléfono en un formulario o que se le dé a alguien a quien apenas conoce.

Esto es un problema creciente para los jóvenes, ya que hay dos series de dígitos que bien podrían acompañarlos el resto de su vida: su número de seguro social y su número de celular.

Casi la mitad de los hogares de Estados Unidos han abandonado las líneas telefónicas fijas y ahora solo tienen servicio inalámbrico; esta cifra aumentó en más de diez puntos tan solo en los últimos tres años. Entre personas de 25 a 29 años de edad, el porcentaje de casas que solo tienen servicio telefónico inalámbrico está en 73%, según estadísticas del gobierno.

Taylor Gallanter, peinadora de 23 años de edad de San Francisco, ha tenido el mismo número de teléfono celular desde los 15 años. Nunca ha tenido un número telefónico fijo y duda que lo llegue a tener.

Todo empezó en los años sesenta, cuando las primeras computadoras posibilitaron crear enormes archivos digitales de ciudadanos y de clientes.

Ella sabe lo valioso que es su número de celular. No lo proporciona en formularios en línea a menos que sea obligatorio. Usar su dirección de correo electrónico como medio de contacto, asegura, parece menos invasivo y arriesgado.

«Con tan solo mi número de teléfono y mi nombre yo sé que pueden conseguir todo tipo de información sobre mí», advierte Gallanter.

De hecho, un número de teléfono celular suele ser aún más útil que el del seguro social, pues está vinculado con muchas bases de datos y conectado con un dispositivo que el usuario siempre lleva consigo, señala Austin Berglas, ex agente de la FBI que ahora es director gerente de K2 Intelligence, una firma de investigaciones privadas.

El uso del número del teléfono celular de maneras novedosas e imprevistas nos recuerda la historia del número del seguro social, que fue establecido en 1936. Su propósito original era permitir que el incipiente sistema de seguridad social del país mantuviera registros precisos de los trabajadores cubiertos en el programa. No tenía la intención de ser un número de identificación de uso múltiple.

Poco a poco, la simplicidad de usar un número único para identificar personas fomentó que su uso se generalizara a otras agencias del gobierno y a las empresas. Eso empezó en los años sesenta, cuando las primeras computadoras posibilitaron crear enormes archivos digitales de ciudadanos y de clientes.

La difusión del número del seguro social como identificador fácil y rápido, que se encuentra ahora en todo tipo de bases de datos del gobierno y de empresas, allanó el camino para el comercio. Pero también ha tenido consecuencias inesperadas.

Las pérdidas causadas en Estados Unidos por delitos cometidos con identidades robadas, como fraude con tarjeta de crédito, fueron de USD 15 000 millones el año pasado, según calcula la empresa de investigación y consultoría Javelin. Y 11% de estadounidenses adultos dijeron haber sido víctimas de estafas por teléfono el año pasado, según una encuesta realizada por Harris Poll y patrocinada por Truecaller, una empresa sueca que fabrica una aplicación para teléfono celular con funciones de identificador de llamadas y bloqueo de números.

Pero si el teléfono celular y la computadora con la que está vinculado abren la puerta a riesgos imprevistos, la tecnología también puede ser empleada para combatir esos riesgos, como suele ser el caso.

Veamos la prevención de fraudes. Affirm es una empresa que ofrece una alternativa a las tarjetas de crédito para las compras en línea. El software de la compañía examina muchas fuentes de datos y aprueba o rechaza el préstamo en un minuto más o menos. Para llevar a cabo este prodigio tecnológico, Affirm le pide al solicitante del crédito cierta información personal, como su nombre y su fecha de nacimiento.

Pero el identificador más fuerte y el que lleva a información realmente útil es el número de teléfono celular, que actúa de «equivalente digital del número del seguro social», señala Max Levchin, director ejecutivo de Affirm.

la vida con tan solo un teléfono celular representa problemas para muchos profesionales independientes y empleados de emprendimientos y negocios pequeños, que hacen llamadas de trabajo en su teléfono personal.

Cuando el cliente de Affirm quiere un préstamo a plazos para comprar, por ejemplo, un colchón de USD 800 o una bicicleta de USD 3 000, la compañía le envía un número temporal de identificación personal mediante un mensaje de texto.

Los bancos, los sistemas de pago como PayPal y otras empresas usan esa misma forma de autentificación para aprobar determinadas transacciones. Los números temporales de identificación son válidos de 30 a 180 segundos, lo que eleva la probabilidad de que la persona que está solicitando el préstamo o tratando de comprar sea efectivamente la dueña del teléfono con ese número.

El sistema no es a prueba de fuego, pero si un teléfono celular se pierde o es robado, por lo general está bloqueado. Claro, puede hackearse para desbloquearlo, pero eso requiere otro tipo de talento. En cambio, un número del seguro social robado es un camino permanente al robo de identidad.

«Lo que puede hacerse con el número de celular y la tecnología móvil representa una ventaja bastante sustancial en la guerra continua contra el fraude y el robo de identidad», afirma Rajeev Date, inversionista de riesgo y ex banquero, que fuera subdirector de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor.

Pero la vida con tan solo un teléfono celular representa problemas para muchos profesionales independientes y empleados de emprendimientos y negocios pequeños, que hacen llamadas de trabajo en su teléfono personal. Así pues, Gallanter, que es socia de una peluquería móvil instalada en una furgoneta, es una de los cinco millones de personas que han instalado la aplicación Sideline para tener un segundo número en su teléfono celular.

El servicio es gratuito para las personas y cobra 10 dólares al mes por número para grupos de trabajadores de un negocio, que reciben funciones adicionales como director de la empresa y transcripción de mensajes de voz. Uno de los lemas publicitarios de Sideline es: «Mantenga privado su número personal. Agregue un segundo número a su teléfono inteligente.»

«Eso nos da una segunda identidad móvil, que es algo que cada vez necesita más gente», comenta Greg Woock, director ejecutivo de Pinger, el emprendimiento en san Jose, California, que creó el software y el servicio de Sideline.

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