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La fabrica de ideas de Google

Rich DeVaul, director de Evaluación Rápida en ek diseño de la cocina en el laboratorio de Google X, en Mountain View, California.

 

Si alguna de esas compañías nuevas empieza a rivalizar en la publicidad, en las búsquedas, como un flujo de ingresos, se considera que X es un éxito.

El Proyecto Foghorn es uno de esos conceptos directos de la ciencia ficción que hemos llegado a esperar de Alphabet, el extenso conglomerado antes conocido como Google. La idea, concebida por el laboratorio de investigación X de la compañía, era utilizar agua de mar y química para crear combustible que pudiera refinarse para convertirlo en gasolina. Sería tal como la gasolina con la que hoy llenamos el tanque de nuestros coches, excepto porque, a diferencia de la gasolina actual, no contribuiría al calentamiento mundial porque reciclaría el bióxido de carbono que ya está en la atmósfera.

Por: Conor Dougherty

De haber sido exitoso el proyecto –y siempre hubo la duda–, habría cambiado la definición de energía verde y, potencialmente, habría socavado a algunas de las industrias más importantes del mundo, en particular, la petrolera. Sin embargo, después de dos años de estarlo intentando, con un presupuesto que no se ha dado a conocer, Foghorn murió en enero, durante una reunión del personal.

El resultado: todos en el equipo recibieron un bono (no quieren decir de cuánto).

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Obi Felten, jefe de la fundición, ayuda al laboratorio X a perfeccionar nuevas tecnologías en diversos productos y trabaja con los ingenieros para ayudarles en sus planes de negocio. Foto: Jason Henry / The New York Times.

X, antes llamada Google X, descaradamente se refiere a sí misma como “la fábrica de las grandes ideas”. Es la gente que está detrás del coche sin conductor, junto con varios otros proyectos, como Loon, un intento por enviar el acceso a internet con un rayo desde globos en la estratosfera, y Wing, un servicio de entregas con drones. Esos esfuerzos están encima de docenas de proyectos malogrados –algunos solo ideas; otros, que se llevaron años–, como una mochila cohete que nunca se construyó, y dirigibles gigantes que arrastrarían carga con la misma eficiencia que un trasatlántico.

Lo que todos estos esfuerzos tienen en común, además del poder de la imaginación, es que no se gana dinero de ellos. El presupuesto y la nómina de X son secretos, pero la percepción que los accionistas tienen de la división, se resumió, acertadamente, en un cartel que estaba en las oficinas de Mountain View. Tenía la imagen de un billete de USD100 quemándose, con la leyenda: “Los inversionistas creen que esto es lo que hacemos”.

Integrar una división de investigación es un concepto viejo y a menudo poco exitoso. Durante décadas, los gigantes corporativos, como AT&T, IBM, Microsoft y Xerox, han tratado, de diversas formas, de organizar grupos orientados a la investigación, con la esperanza de encontrar formas de sacar partido de las tecnologías que van surgiendo antes que sus competidores.

Si bien los inversionistas todavía no saben cuál es el presupuesto de X, al menos, tienen el sentido de los límites. En el primer trimestre, Alphabet perdió alrededor de USD800 millones en lo que llamó “otras apuestas”, todo lo que está fuera del negocio central de Google de las búsquedas y la publicidad.

Al mismo tiempo, ahora que, a partir de X se están creando compañías nuevas que seguirán solas o morirán, los inversionistas están obteniendo una especie de vara de medir para juzgar el progreso de la división. Si alguna de esas compañías nuevas empieza a rivalizar en la publicidad, en las búsquedas, como un flujo de ingresos, se considerará que X es un éxito. Si eso nunca sucede, será un fracaso (y no del tipo positivo).

Astro Teller, el director ejecutivo de Google X, en patines en laboratorio de investigación X de Google. Jason Henry / The New York Times.
Astro Teller, el director ejecutivo de Google X, en patines en laboratorio de investigación X de Google. Jason Henry / The New York Times.

Por ejemplo, para el proyecto de coche sin conductor de X, conocido internamente como “Chauffeur”, se contrató hace poco a un director ejecutivo y se ha colocado para que sea una empresa autónoma.

Ningún montón de tecnos

Se fundó a X en 2010 y, originalmente, estaba en un edificio de ladrillos en los límites del campus principal de Google. Al principio, pareció un proyecto ampliado en 20 % –los proyectos extras en los que se alienta a los empleados de Google que trabajen aparte de su labor principal– con poco como un proceso.

Los que fueron empleados de Google dijeron que ello condujo a la tentación de proyectos publicitados en exceso mucho antes de que estuvieran listos. El ejemplo más notorio de eso fue Google Glass, los anteojos informáticos demasiado difamados.

Hoy, las oficinas de la empresa están a unos cuantos kilómetros del campus principal de Google. Están llenas de vehículos eléctricos y de personas que montan artilugios que parecen patinetas. Teller parece traer puestos patines en línea todo el tiempo.

A diferencia de Google, donde los ingenieros en informática son los reyes, a X la dirige un grupo ecléctico de científicos y reparadores, cuyas formaciones académicas van desde las matemáticas, la física y la química hasta el diseño, la moda y las artes públicas. La frase: “No soy ingeniero” parece ser un punto de orgullo. Rich DeVaul, quien encabeza a un equipo de “evaluación rápida”, cuyo trabajo es concebir y eliminar ideas con rapidez, estimó que menos de la mitad de los empleados tiene algún grado en ingeniería (él no lo tiene).

El laboratorio está tratando de hacer la investigación corporativa sistemática mediante préstamos ideas de trabajo del pasado. Jason Henry / The New York Times.
El laboratorio está tratando de hacer la investigación corporativa sistemática mediante préstamos ideas de trabajo del pasado. Jason Henry / The New York Times.

A la espera de una gran idea

Sin importar los bonos por fracasos, ninguna persona normal se iría de X pensando que tiene aspecto de frugalidad. Escuchar hablar a los ejecutivos de X sobre ahorrar dinero es un poco como que los multimillonarios le digan a uno que construyeron una casa de USD30 millones de dólares en USD30 millones y ni un centavo más.

Sin embargo, el éxito de X será menos sobre dinero que se haya ahorrado que de la creación de un nuevo negocio del tamaño de Google, cuyas ganancias se llevan por delante a todas las pérdidas. Y si bien la división ha tenido algunos logros, todavía debe producir el “lanzamiento a la luna” que está esperando Teller, director ejecutivo de X.

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