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#GuateSeLevanta impulsando el turismo interno en Semuc Champey

#GuateSeLevanta nos llevó a Semuc Champey y la experiencia fue tan emocionante que debemos compartir un poco de nuestra aventura aquí.

Las alarmas sonaron a las 5 de la mañana y era momento de tomar la tortuosa decisión de salir de la cómoda cama de la habitación del hotel y restaurante San Rafael. Tras mucho dudarlo, por fin salimos directo a iniciar el día con la mejor actitud.

La aventura nos esperaba y no podíamos llegar tarde a la cita. Los pajarillos tenían una algarabía inmensa y parecían decirnos adiós con los cantos que dejaban en nuestras ventanas.

El bus de la línea Cristóbal Colón arrancó y se calentaban los motores y la alegría comenzaba, de a pocos a inundarnos, en la medida en la que se iba el sueño.

Transportes de Cristobal Colón. Fotografía Win.gt

Nos enfundamos con el protector solar de Exotik y corrimos las ventanas del bus. El paisaje nos llenaba de verde las pupilas y el frescor de la mañana en dulzaba el aire con el que íbamos hacia Semuc Champey.

Pero primero, la mañana no cobra sentido sin un café. Pasamos todos a Fo rever café y probamos delicias hasta salir con energía a tope.

Personalmente probé un cafecito Blend de caturra, bourbón y catuai. Me despertó hasta el alma. Luego un café cobanero frío con chocolate en trozos y fue en ese momento que juré volver a ese café. En una palabra “maravilloso”, pasamos al autoservicio, conocimos el spa del café, comimos panitos con frijoles y embutidos, dulces de cardamomo y nuestras baterías nuevamente estaban al cien.

No sabíamos por qué tanto dulce… Pero quizá no habríamos logrado culminar nuestra aventura si no hubiésemos cargado esa cantidad de azúcares y cafeína que nuestros organismos supieron aprovechar y quemar luego.

¡Estábamos listos para lo demandante que sería Semuc y el río Cahabón!

Un viaje divertido y largo

Los influencers que le apuestan a Guate Se Levanta. Fotografía Win.gt

Nuevamente Isa Paiz, Josy Esteban y Deanna Melillo, Michelle Araujo, Lin Chang, Emma Sevilla, Vanessa Arias, Héctor Chinchilla y Astrid Días ponían color y movían el hashtag #GuateSeLevanta en el mundo digital.

Risas, risas, chistes y más risas en el camino.

Llegamos a Lanquín y los últimos diez kilómetros los hicimos en pickups ¡íbamos a vivir la aventura en serio! Y vaya que fue serio. Nos dolían las comisuras de la boca, el estómago y los músculos de tanto reírnos y de tanto chiste.

Iban dos pick ups con todos nosotros dentro, jugando a la aventura, a molestar y a saludar a todo aquel cobanero que se dejara robar sonrisas. Parecía mitin político, la gente salía al camino a decirnos ADIÓS.

La verdad, las gorras que Lubricantes Shell Helix nos dio, fueron fundamentales y los pachones que nos proveyeron nos evitaron la deshidratación.

Cualquiera pensaría que el último tramo del viaje sería incómodo, pero los influenciadores se encargaron que fuera inolvidable y lleno de diversión. Fotografía Win.gt

Paramos a comprar cacao natural y conocimos el achiote en su vaina y planta. Seguimos el camino y por fin la imponencia del Cahabón nos recibió, desde lejos dejándonos imágenes impactantes difíciles de describir.

Compramos los zapatos de agua (más baratos de todo el mundo) y entramos a las puertas del Monumento Nacional de Semuc Champey.

¿Aventura o relajación?

Parte del recorrido entre la montaña para llegar al Mirador. Fotografía Win.gt

Hubo un momento en el que el grupo se dividió. Un momento decisivo. Teníamos dos opciones, una era hacer el recorrido por la montaña para ir al mirador; el otro era bajar directamente a las pozas. Difícil elección.

El bosque tropical en la montaña esperando ser descubierta o el río tibio, cristalino y puro donde poder bañarse.

Sin embargo, y como de todos modos, íbamos a bañarnos en las pozas, decidí recorrer las venas de la montaña. “500 metros” decía el cartelito que me engañó. Comenzamos a subir por gradas hechas con piedras del lugar, labradas en la montaña, más adelante, graderíos de madera, en otros tramos piedra y lazos y en otros la montaña misma te lleva por un sendero apasionante de sinuosa aventura.

El grado de la pendiente lo desconozco, solo sé decir que las máquinas escaladoras del gym no ponen a prueba tu musculatura como lo hace la montaña de Semuc. Era tan solo medio kilómetro de subida y 700 metros de bajada, pero se sintieron al triple.

Los influencers Héctor Chinchilla y Vanessa Arias por el recorrido. Fotografía Win.gt

A medio recorrido, el silencio abrazaba. Si uno dejaba de respirar por unos segundos (jadear de cansancio en mi caso) se escuchaba un silencio profundo, abrumador, intransigente incluso que te hacía escuchar tu propio interior. Eso es conectar con la naturaleza, eso es el abrazo de la montaña.

Seguimos el recorrido y el guía se reía de nosotros, el no sudaba, nosotros estábamos empapados y preguntando, cuales niños, ¿cuánto falta para llegar?

A media subida, los cielos se abrieron y encontramos a Doña María vendiendo cocos, agua de coco, agua pura y sueros. Hicimos una parada, recobramos el aliento, bebimos y nos reímos de nosotros mismos y nuestros rostros rojos y continuamos la travesía.

Doña María y su venta de cocos. Fotografía Win.gt

El Mirador

Turistas locales en el MIrador. Fotografía Win.gt

“¿Alguien puede recordarme por qué elegimos el camino difícil?”, sí, fue por el mirador. Así que con ello en mente hicimos los últimos 10 minutos ya escuchando el río en todo su esplendor.

Al llegar, no sé cómo describirlo… Vimos la mano de Dios dibujando sus mejores cuadros, pintando con sus mejores colores.

El mirador es solo para valientes, para los que aún sintiendo desmayar siguen su camino, para los que no le temen a las alturas y para los que deseen sentir volar.

Tomamos mil fotografías, cambiamos dólares por sueros y agua, Héctor Chinchilla fue el fotógrafo oficial y todos intentábamos capturar en nuestras pequeñas cámaras la inmensidad del lugar. No hay panorámica que logre captar la belleza, los colores no se ven igual en las fotografías como en la realidad.

Maravillados decidimos bajar nuevamente y el río y las pozas nos llamaban por nombre y apellido. Cada quién acudió a su punto favorito y nos sumergimos en la inmensidad del río bravo y salvaje que muere entre la piedra caliza y resurge calmo y silencioso, dulce y amoroso con tu piel.

Mordidas de pez

En las pozas hay pececillos diminutos, peces medianos, plecostomus (pez limpia fondos, seguro los has visto en las peceras, lucen como tiburones pequeños), te dan permiso para entrar y si te quedas quieto, comenzarán a darte pequeñas mordiditas curiosas que te harán reír y enternecer.

Seguimos nuestro camino hacia las pozas principales donde estaba el otro grupo, ahí nos reencontramos, hicimos más fotografías, nos volvimos a bañar en las aguas azules, celestes, aqua y claras y descansamos sumergidos en completa paz.

Bebimos más agua, compartimos con los nuestros y enfilamos hacia nuestro regreso cansados pero felices (Astrid, gracias por el chocolate con cardamomo, me dio una vida extra ahí mismo).

Pasamos a comer a un sitio curioso, un merendero de comida casera que se encuentra incrustado entre la montaña y una roca y probamos la carne asada más rica de todo el viaje, pollo bien frito y los mejores acompañamientos.

Nos colocamos nuestro repelente de mosquitos de Exotik (que por cierto nos salvó de toda picadura en todo el trayecto) y desandamos camino.

Desde el pickup dijimos adiós, a ese lugar que sabemos que volveremos nuevamente y con la caída del sol emprendimos el camino de regreso a casa.

Regresamos diferentes, con la aventura en las venas, la boca llena de historias por contar y ganas de llevar a nuestras familias a ese divino como mágico lugar.

MIRA CÓMO FUE NUESTRO PRIMER DÍA:

Gira nacional #GuateSeLevanta 2022 arriba a Cobán

 

ENTÉRATE MÁS DE #GUATESELEVANTA:

¿Qué es Guate Se levanta y cómo beneficiará al país?

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